Así es o fue para mi la experiencia en DF, una gran ciudad, un país aparte, miles de colores como millones de personas, distancias monumentales, perfume a tierra e indígenas, tanto como hormigón y grandes autopistas.

En uno de esos paseos en el tiempo libre de estudiantes, me encuentro un gran grupo de personas festejando el equinoccio de primavera, ejecutivos, señoras de blanco, familias enteras y uno que otro turista perdido, pidiendo y agradeciendo a la naturaleza por en nuevo ciclo que comienza, entremedio del smog y las grandes construcciones.